sábado, 26 de diciembre de 2015

¿Por quién votar? Algunas observaciones

El candidato por el que yo votaría no tendría que ser una persona, siendo lo más objetivo posible tendría que ser una idea, un conjunto de propuestas o movimiento cuyo arsenal de victoria sea combatir directamente y de una vez por todas lo que nadie se ha atrevido arrancar de raíz: los problemas sociales.  

Contrario a lo que se puede pensar en un primer momento es seguro decir que padecemos un gobierno que no es manejado por seres humanos, sino por la existencia de un mal endémico que ha sabido posicionarse como concepto político madre que empezó hace mucho y es respaldado en la comodidad del hogar por millones de peruanos mediante el cotilleo y la zalamería del aparato distractor por excelencia, el televisor.

El Perú está destruido socialmente, no existe nación, no existe un compañerismo colectivo en aras de beneficiarnos a todos mediante la unión y el trabajo honrado. Esto es perpetuo incluso desde antes de nuestra supuesta emancipación y posterior complicada república, el sistema actual no hace más que fortalecer esta problemática. Diversos autores y experiencias extranjeras han señalado que solo la unión de los miembros hará de este un mejor país.

Vamos a una problemática fácilmente visible: las ciudades y pueblos son el reflejo innato de la situación en que un país se encuentra. Es suficiente ver la precariedad de la mayoría de viviendas para darse cuenta de la marcada desigualdad entre nacionales. Puedo ver cómo cada persona ha hecho lo posible para obtener un espacio dentro del terreno que en últimas instancias es de todos. Esto ha sido pieza fundamental para el crecimiento del pensamiento peruano: un ser que está solo en el mundo y por tanto él solo debe ser capaz de hacer lo posible para vivir. “No necesita de nadie pues los otros también están solos y cada uno baila con su propio pañuelo”.

El fracaso de las comunas se debe a la ligereza prestada por el ente estatal en cuanto a vivienda y servicios básicos que necesariamente debe regular si se quiere respetar el pacto social. Hemos visto intentos de solución cortoplacista por parte de ciertos elementos gubernamentales como la politiquería barata de dar víveres a cambio de votos, asfaltar unas cuantas pistas, veredas, colocar luz y demás practicas absurdas que consideramos que no solucionan nada, que más bien contribuyen al desfasado modelo del caudillismo, sistema que a deshonra es el presente.

El segundo aspecto negativo que nos está condenando al fracaso es la actitud peruana; se vota por el que va ganar, el más carismático, no importa qué es lo que diga o cual sea su propuesta siempre y cuando tenga cara de bueno (reflejo crítico de lo voluble que son algunos peruanos). Entonces hay cierta concertación a favor del voto al ganador, que en algunos casos es tomado como apuesta. 

Se dice que un aspecto negativo es la cantidad de aspirantes a gobierno y la crisis de los partidos políticos. No comparto la primera premisa porque las decisiones electorales son propios del pueblo. Un pueblo correctamente electoral marginaría aquellas propuestas y éstas irían poco a poco desvaneciéndose. Los peruanos comprometidos con su país sabrían a quienes elegir y los otros se caerían como naipes. 

La gran mayoría de los ganadores de los últimos tiempos han tenido una característica en común, la marcada palabra corrupción como miembro integrante de su propuesta, existente tanto en campaña como en palacio, este es el problema social por excelencia. Mientras el crecimiento económico es muy bien recibido en las arcas estatales, ciertas piezas humanas han optado por satisfacer sus propias necesidades, obviando toda responsabilidad y compromiso de su designación. Desafortunadamente esta situación no se maneja aisladamente. El problema de la corrupción en el Perú ya está presente en un gran número de familias y ha sido adoptada mediante frases como “roba pero hace obra”. En términos sociales la corrupción nos compete a todos, es deber de todos evitar estos actos.

Vamos a un aspecto de fondo, yo no puedo ser socialista, dentro de los preceptos que manejo incluyo el componente del error ante el sentimiento de “seguir los ideales a toda costa”, que en algunos casos se agrava mediante la propuesta radical. Lo que hago y seguiré haciendo es difundir la necesidad de tener un gobierno con tintes progresistas e ideales colectivos como respuesta al fracaso del componente ideológico ganador de las últimas décadas. Este es el verdadero cambio que necesitamos. No me atrevo a mencionar la necesidad de un socialist party como colectivo opositor pues sería contraproducente. No me enfoco en el nombre que tendría el partido o el gobierno por el cual votaría con completa seguridad porque no es relevante. Un trabajador no es designado como tal por la palabra sino por lo que hace. 

El candidato por el que yo quiero votar por ahora no existe, no me parece que estoy pidiendo demasiado ya que la estrategia correcta de solución siempre debe ser proporcional al daño. Con el modelo actual y acorde las características de la mayoría de políticos peruanos me gustaría afirmar que todo lo presentado no serviría de nada si es que no empezamos a ver un rechazo directo a las candidaturas tradicionales. Creo haber resaltado la urgente necesidad de un pueblo movilizado hacia el bien colectivo y no solo al personal, solo con esto dejaremos un futuro esperanzador para las nuevas generaciones, dejar un terreno árido a costa de vivir bien no me parece humano.

Saul Eduardo Romero Angeles