No hace mucho tiempo escuché este término, no debe haber
sido más de dos o tres años, no importa. La idea de querer registrar momentos y
la posibilidad de hacerlo mediante una cámara tampoco es nueva. No quiero que
se piense que mi propuesta es imperativa sobre este –no tan nuevo- fenómeno
social llamado selfie, el espacio aquí presentado es más bien para encontrar o
presentar razones que expliquen si este concepto debe ser o no aceptado
socialmente, hasta qué punto es útil y si contribuye o no, como algunos dicen,
con la cada vez más profunda estupidez humana tras el presente auge de la
tecnología.
La mayoría de veces, cuando se presiona el botón de la
cámara o pantalla, la intención es recordar un momento alegre, puede ser una
celebración, el viaje a un lugar turístico, una cena familiar, entre otras.
Esto me parece sumamente adecuado y valorativo, ya que en tiempos actuales, la
felicidad se ve opacada por el estrés y el trabajo. Una muy buena forma de verse a
sí mismo en una situación placentera puede ayudar a mitigar la problemática
vida social personal.
En cuanto a la fotografía “normal” no se evidencia problema
alguno; sin embargo, cuando se ve mezclado con aspectos sociales como el egocentrismo,
el debate toma una posición principal. Sin perjuicio de considerar necesario el
recuerdo de pasajes personales mediante el uso de la cámara, es importante
señalar ciertas características que se manejan en pro de la defensa del autorretrato
digital.
Primero, este comportamiento es sencillo. La vida diaria puede
dividirse en dos estadios: en el trabajo y después de; como empleado y como ciudadano.
En la mañana, al salir de casa, muchas personas están conectadas con el mundo
mediante sus teléfonos. Basta verificar solapadamente los buses de transporte
público, taxis o vehículos particulares. Estos teléfonos cuentan con una cámara
con opciones básicas para efectuar el producto.
Segundo, refuerza la postura que presenta a la fotografía
como uno de los mejores métodos para recordar eventos personales. Esto es equiparable
al modo clásico de fotografiar. Apoyo esta razón en la medida que una
fotografía es a la vez, un documento, un registro visual de elementos
relacionados a la persona, más aún cuando el yo aparece en este recuadro. En
muchas ocasiones la visualización de estos gráficos han ayudadoa que recuerde,
no creo ser el único que le haya encontrado esta función .
Tercero, se dice que es una fuente de alegría. No comparto
completamente esto, cito a la propuesta subjetiva de Locke: “Los hombres
olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una
condición de las circunstancias”. No hay más que agregar, es claro que la
actitud es la base de la disposición personal para relacionarse con los demás. Apoyo
el concepto de fuente de alegría en la medida que el ser haya interrelacionado el
mundo exterior con su pensamiento, haya decidido estar feliz y como
consecuencia final acuerde inmortalizar el momento mediante una captura.
Probablemente esté obviando otros fundamentos a favor. Lo
que sí considero necesario a partir de aquí es dar cabida al aspecto
sociológico, representado funcionalmente con el concepto antes mencionado, el egocentrismo.
¿Cuándo podemos considerar a la moda del “selfie” como
problemático? ¿Qué tan necesario es publicar una imagen del rostro personal en
internet? Entendiendo que será visto por contactos, personas que ya conocen el
físico del sujeto que publica. Estas cuestiones hacen retrotraer el tema al
figuretismo tecnológico y presentar a otro amigo problemático, la aceptación
del individuo mediante likes. No
vamos a detenernos tan profundamente sobre esto último, por más que esté
íntegramente relacionado, será motivo de otros comentarios.
En aspectos generales, el individuo siempre buscará ser
aceptado en la comunidad. Esto no es una característica nueva, es más bien
originaria. Ahora, el pase a la era digital ha traído un uso equivocado de
Internet. Los jóvenes, en sus momentos de preparación para la edad adulta
serían los más frecuentes a publicar selfies
en redes sociales. El problema surge cuando el ser maneja el autorretrato como
excusa para obtener la aprobación de sus colegas, que puede ser apoyado con
frases positivas y amplias sobre diversos conceptos como la superación
personal. Pues la primera posibilidad es que no logre el ansiado propósito.
No niego las formas de actuar, requiero el uso razonable de
los mismos. Hablar de algo como necesario implica una finalidad última. No
encuentro otra que no sea la búsqueda de atención, amparado con la alegría
ilusoria tras cada like.
Si la clave consistiría en prohibir actos per se, estaríamos
involucionando, ya no estamos para eso. La libertad es parte del concepto
fundamental de dirección en cuanto al orden social, es un valor que da más para
el bien que para el mal, debe ser el blasón que dirija la conducta humana, desde
luego reforzado con el filtro de la responsabilidad.